Los cuadros más caros del mundo ¿Por qué
algunas personas pagan tanto por ellos?
Cuando hay subastas de
arte, públicas o privadas, se pagan sumas fabulosas por una obra de arte. De
millones o decenas de millones hace unos 25 años, años, ahora se conoce de precios
expresados en centenas de millones de dólares. ¿Valen realmente tanto estas
obras?
Una obra de arte tiene
un valor intrínseco que se apoya en la calidad del trabajo, el auto, los hechos
relacionados, el tiempo de creación, leyendas y otros detalles propios. El valor extrínseco se refiere al valor de
mercado, que considera además del valor intrínseco, el margen de ganancia
fijado por los vendedores luego de un trabajo de marketing que crea y maximiza
las expectativas, la identificación de los compradores potenciales y el proceso
final de venta.
Por lo general, las
galerías forman una especie de cartel
mediante el cual fijan en secreto, los valores de transacción y aunque parecen
actuar en forma independiente, comparten
información privilegiada sobre los posibles clientes y otros
detalles. La “producción” (es decir, las
obras de arte) las llevan al mercado gradualmente.
En el mercado del
arte, la oferta es fija y la demanda se desplaza hacia la derecha de manera que
el equilibrio se logra en precios más altos. Los vendedores o marchantes han descubierto el mecanismo para hacer que la
curva se desplace notoriamente y se equilibre en precios muy altos. Uno de ellos
es la identificación de compradores que no quieren la obra de arte por si misma
sino por otras razones.
En el siguiente gráfico
se observa que el interés genuino por la obra de arte, por el trabajo del artista,
por la connotación emocional que lleva
consigo, está en relación inversa con el pecio
pagado. Una persona normal puede ofrecer un precio cada vez más alto por
un buen trabajo, pero tiene un límite que no sobrepasa. Si no es posible comprarla
con los recursos disponibles, no lo hace y aunque queda frustrada, tampoco se enferma
por ello.
Es cierto también que
cuando más valiosa o cara es la obra, hay mayor disfrute por la posesión y la posibilidad
de contemplación, aunque también existe un límite de saturación. Obviamente una
obra de arte, pintura o escultura, de bajo precio no genera tanta satisfacción como
la obra de mayor precio. En el primer caso, pueden ser obras de estudiantes,
los primeros trabajos y ensayos de un gran artista; en el segundo caso son los trabajos
del artista consagrado, la obra de arte puede tener una leyenda detrás, una
serie de acontecimientos que aumentan el valor intrínseco.
Las personas tienen
necesidad de aumentar constantemente el grado de satisfacción, pero todo tiene
un límite. Existe un precio a partir del cual, ya no se experimenta ningún gozo
adicional. Es como el vino. Puede ser el mejor vino del mundo, el más caro,
pero después de un número determinado de copas, ya no se siente ni se piensa en
las cualidades únicas.
Pasado el precio critico
Pc, el comprador ya no valora la obra de arte en si misma sino otros hechos relacionados
con la transacción como la satisfacción por tener más dinero que otros (poder económico),
por desplazar a otros competidores (poder personal), por ser el poseedor de una obra codiciada por muchos;
es decir razones muy ajenas a lo que espera de un verdadero amante del arte.
En la siguiente figura
se observa el grado de distorsión en la valoración de la obra de arte en
relación al precio. Cuanto mayor sea el precio, esta distorsión es mayor. En la
parte inicial, antes del límite de saturación, la parte correspondiente la curva
de demanda D muestra el comportamiento normal, en el que se paga más para tener
la propiedad de una obra de arte que es significativa para el comprador. El comprador
se siente satisfecho por poder admirar su obra de arte.
En la curva de demanda
D1, la distorsión se hace evidente en la conducta del comprador. No le satisface
la obra de arte en sí misma sino el conocimiento de tener una propiedad, un objeto
valioso. EL comprador se siente satisfecho por haber comparado una obra de arte,
no interesa de quien sea ni que representa.
Les dá lo mismo una pintura de Giotto, la Gioconda o una obra de Picasso.
En la curva de demanda
D2, la sensación dominante en el comprador
ya no es ni siquiera la posesión de un objeto valioso, con contenido estético,
sino la sensación de poder puro, la euforia se presenta por haber desplazado a
otros competidores, quizás con alguno de ellos estuvo en competencia directa y
saborea ahora su triunfo.
En la demanda D3, la distorsión
es máxima. Los intereses prosaicos desplazan
absolutamente a todos lo que relaciona
con el arte. Aquí se identifica el placer de haber pagado más que todos, por la posibilidad de aumentar
la riqueza vendiendo esa obra a otros (especulación). También se encubre otras intenciones
menos sanas como el lavado de activos. No es raro que muchas obras de arte valiosas estén en manos de personas o jefes de grupos al
margen de la ley.
En cualquier caso, es cierto
que casi ninguno ellos apreciará el valor intrínseco de la obra que será
guardada en sus depósitos blindados, ningún de ellos tiene la sensibilidad para
apreciar los colores, formas, contrastes o los hechos alrededor de estas
obras. Ellos compraron un objeto muy caro y lo guardan un tiempo para venderlo con
ganancias.
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