martes, 23 de febrero de 2016

Los cuadros más caros y razones de compra

Los cuadros más caros del mundo ¿Por qué algunas personas pagan tanto por ellos?


Cuando hay subastas de arte, públicas o privadas, se pagan sumas fabulosas por una obra de arte. De millones o decenas de millones hace unos 25 años, años, ahora se conoce de precios expresados en centenas de millones de dólares. ¿Valen realmente tanto estas obras?

Una obra de arte tiene un valor intrínseco que se apoya en la calidad del trabajo, el auto, los hechos relacionados, el tiempo de creación, leyendas y otros detalles propios.  El valor extrínseco se refiere al valor de mercado, que considera además del valor intrínseco, el margen de ganancia fijado por los vendedores luego de un trabajo de marketing que crea y maximiza las expectativas, la identificación de los compradores potenciales y el proceso final de venta.

Por lo general, las galerías forman una especie de  cartel mediante el cual fijan en secreto, los valores de transacción y aunque parecen actuar en forma independiente,  comparten   información privilegiada  sobre los posibles clientes y otros detalles.  La “producción” (es decir, las obras de arte) las llevan al mercado gradualmente.



En el mercado del arte, la oferta es fija y la demanda se desplaza hacia la derecha de manera que el equilibrio se logra en precios más altos. Los vendedores o marchantes  han descubierto el mecanismo para hacer que la curva se desplace notoriamente y se equilibre en precios muy altos. Uno de ellos es la identificación de compradores que no quieren la obra de arte por si misma sino por otras razones.



En el siguiente gráfico se  observa  que el interés genuino por  la obra de arte, por el trabajo del artista, por la connotación  emocional que lleva consigo, está en relación inversa con el pecio  pagado. Una persona normal puede ofrecer un precio cada vez más alto por un buen trabajo, pero tiene un límite que no sobrepasa. Si no es posible comprarla con los recursos disponibles, no lo hace y aunque queda frustrada, tampoco se enferma por ello.



Es cierto también que cuando más valiosa o cara es la obra, hay mayor disfrute por la posesión y la posibilidad de contemplación, aunque también existe un límite de saturación. Obviamente una obra de arte, pintura o escultura, de bajo precio no genera tanta satisfacción como la obra de mayor precio. En el primer caso, pueden ser obras de estudiantes, los primeros trabajos y ensayos de un gran artista; en el segundo caso son los trabajos del artista consagrado, la obra de arte puede tener una leyenda detrás, una serie de acontecimientos que aumentan el valor intrínseco.

Las personas tienen necesidad de aumentar constantemente el grado de satisfacción, pero todo tiene un límite. Existe un precio a partir del cual, ya no se experimenta ningún gozo adicional. Es como el vino. Puede ser el mejor vino del mundo, el más caro, pero después de un número determinado de copas, ya no se siente ni se piensa en las cualidades únicas.

Pasado el precio critico Pc, el comprador ya no valora la obra de arte en si misma sino otros hechos relacionados con la transacción como la satisfacción por tener más dinero que otros (poder económico),  por desplazar a otros competidores  (poder personal),  por ser el poseedor de una obra codiciada por muchos; es decir razones muy ajenas a lo que espera de un verdadero amante del arte.



En la siguiente figura se observa el grado de distorsión en la valoración de la obra de arte en relación al precio. Cuanto mayor sea el precio, esta distorsión es mayor. En la parte inicial, antes del límite de saturación, la parte correspondiente la curva de demanda D muestra el comportamiento normal, en el que se paga más para tener la propiedad de una obra de arte que es significativa para el comprador. El comprador se siente satisfecho por poder admirar su obra de arte.

En la curva de demanda D1, la distorsión se hace evidente en la conducta del comprador. No le satisface la obra de arte en sí misma sino el conocimiento de tener una propiedad, un objeto valioso. EL comprador se siente satisfecho por haber comparado una obra de arte, no  interesa de quien sea ni que representa. Les dá lo mismo una pintura de Giotto, la Gioconda o una obra de Picasso.

En la curva de demanda D2, la sensación dominante  en el comprador ya no es ni siquiera la posesión de un objeto valioso, con contenido estético, sino la sensación de poder puro, la euforia se presenta por haber desplazado a otros competidores, quizás con alguno de ellos estuvo en competencia directa y saborea ahora su triunfo.

En la demanda D3, la distorsión es máxima. Los intereses  prosaicos desplazan absolutamente  a todos lo que relaciona con el arte. Aquí se identifica el placer de haber pagado  más que todos, por la posibilidad de aumentar la riqueza vendiendo esa obra a otros (especulación). También se encubre otras intenciones menos sanas como el lavado de activos. No es raro que muchas obras de arte  valiosas  estén en manos de personas o jefes de grupos al margen de la ley.

En cualquier caso, es cierto que casi ninguno ellos apreciará el valor intrínseco de la obra que será guardada en sus depósitos blindados, ningún de ellos tiene la sensibilidad para apreciar los colores,  formas,  contrastes o los hechos alrededor de estas obras. Ellos compraron un objeto muy caro y lo guardan un tiempo para venderlo con ganancias.



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